La literatura debe ser hecha por todos; Walter Lezcano habla sobre su nueva novela: Nunca seré policía

¿De dónde surgió la idea de este libro?


Una mañana, hace unos años, leí una noticia en el diario donde se hablaba de una
chica que quiso hacer una atentado con una bomba casera contra la tumba de
Ramón Falcón en el cementerio de la Recoleta. Esta bomba casera no estaba bien
armada y le explotó en el pecho a esta chica. Primero fue al hospital, dedos
amputados, mandíbula destruida, etc., y después a la cárcel. Desde ese momento
seguí su historia, formaba parte de una célula anarquista que planeaba otros
atentados, por lo que contaban en los portales de noticias. Todos los días me metía
a ver en internet si se sabía algo nuevo de la chica. Creo que un poco me
obsesioné. Y un día me pregunté si era posible enamorarse de alguien como ella,
tan radical, tan pragmática, tan determinante. Y por otra parte me parecía algo
totalmente fuera de tiempo: punk y anarquismo en el siglo XXI. De la conjunción de
estas ideas surgió la novela.


¿Cómo llegaste al título? ¿qué significa? ¿Cómo surgió?


El título de la novela era otro en un principio. Quizás más etéreo, evocativo, y por
eso muy abstracto. Durante el proceso de corrección, la editora Paola Adler sugirió
que con el título teníamos que ir más al hueso, encontrar un camino más directo
para referirnos a la historia. De su boca salió Nunca seré policía y fue como ponerle
nombre a un país inventado. Calzó como un guante. Y si bien es el nombre de una
canción de Flema representa muy bien la aventura que se cuenta en la novela. Es
un título poderoso a varios niveles: ideológico, visual, poético. Fue gracias a ella.
Eso demuestra con claridad lo que decían los surrealistas: la literatura debe ser
hecha por todos.


¿Cómo lo escribiste? ¿Cuánto tiempo te llevó? ¿Usaste algún método? ¿tenés
rituales de escritura?


La escritura tuvo que ver con buscar un posicionamiento distinto para escribir. Si
bien tenía el comienzo de la historia quería vincularme con lo físico desde otro lugar.
Por eso la primera versión la escribí en el block de notas del celular. Una vez que
terminé esa parte, la pasé a la computadora y ahí corregí muchísimo. Pero con ese
primer bloque ya estaba el tono, el espíritu y una dirección clara. En la piedra ya
está la escultura pero hay que conseguir esa piedra.
Fue una novela escrita de noche, bien tarde, y de principio a fin durante varios
meses, siguiendo cierto impulso de caos cotidiano y de tratar de mostrar cómo la
cronología se rompe cuando en tu vida aparece la tragedia. En ese sentido, no creo
en los rituales como sistema, sino que cada texto inventa su propio ritual y al que
hay que respetar si uno quiere llegar a algún lado con ese viaje.

La suerte de los textos muchas veces se juega ahí: en escuchar una música, seguirle el ritmo y
aprender a bailarla.


¿De qué trata? ¿Cómo definirías este libro?


Es sobre cuál es el camino de la violencia, la presencia y la comunión en una época
que se empecina en querer convencernos de que sólo existe la virtualidad y el
aislamiento.


¿Qué le dirías a un lector que no te conoce y que se cruza con tu libro en una
mesa de una librería?


Que si no le gusta le devuelvo la plata.

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