“De todos los poetas que fue Fernando Pessoa, Álvaro era el indisciplinado, y su poesía es como quien habla alto o grita en medio de los delirios de fiebre. Solía estar exaltado, borracho, agobiado por el éxtasis del insomnio, o pasado de opio.

Álvaro de Campos es el héroe del fracaso y del naufragio. Lleva hacia constelaciones épicas la derrota serena que Pessoa es para sí mismo: la usa como bandera y como emblema. Es el poeta de los mundos interiores infinitos que no llegaron a ocurrir; el poeta del talento inconmensurable y con el que no pudo lograr nada, ni hacer nada, el que vivió todas las vidas, pero solo del lado de adentro».

No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.