1. Si pudieses decirle una cosa a Borges, ¿qué le dirías?
Le contaría el caso Katchadjian. Seguro se caga de risa. Aunque me gusta la idea de que, de paso, se decida a visitar en sueños a cierta persona.
2. ¿Quién es para vos el número 2 de la literatura argentina?
(Una vez aceptada la idea de jerarquía, que además aparece planteada y resuelta en la pregunta anterior, diría que el siguiente nombre que me viene a la cabeza es el de:) Lucio V. Mansilla.
3. Es la noche en que Romeo y Julieta planean escaparse juntos, ¿qué les dirías?
Just do it, assheads!
4. Te nombran presidente de los escritores del mundo, ¿cuál es tu primera medida?
Reduciría la duración de los derechos de autor a 20 años contando a partir de la primera edición de un texto. Al fin y al cabo un texto, eso que producimos la mayoría de los que escribimos, puede entenderse como una patente (en el sentido de que una patente también es un texto con autor y un relato con un campo de acción), como un tipo de creación siempre derivada que necesitó de herramientas, tecnologías y hasta materiales previos que recibimos (problemáticamente o no) tanto de la cultura como del dominio público. Después de eso los textos entrarían en el dominio público y entonces cualquiera podría hacer cualquier cosa con ellos (mencionando al autor, ok, para no herir susceptibilidades), lo que incluye, por supuesto, la libre circulación de los textos en sus versiones electrónicas (decir “libre circulación” cuando se habla de lo digital es, parece mentira, una hipérbole todavía necesaria). La verdad es que yo no entiendo a los que no ven (y sobre todo a los escritores que no quieren ver) la contradicción que existe entre considerar la escritura como “trabajo” y el hecho de que los escritores gocen de un régimen privilegiado de “propiedad intelectual” que dura toda su vida (vaya arbitrariedad) + 70 años. ¿Pero y entonces qué le queda al escritor? Le queda lo mismo que a cualquier otro trabajador, o sea: seguir produciendo, y en la medida de lo posible bien lejos, o directamente fuera, del sistema hiperindustrializado de publicación, o incluso de maquila editorial. ¿Seguir produciendo textos? En parte sí, pero sobre todo producir aquello que de verdad hace falta seguir produciendo, y de formas diversas, para la comunidad lectora, o sea: libros. Ser escritores, por fin, de libros.
5. ¿Cuál pensás que es el rol del escritor en ésta época? ¿hay una misión, cumple una función? ¿cómo es tu caso?
El “rol del escritor” es algo bastante tonto, la verdad. Tampoco creo que haya algo así como una misión o una función. La escritura es algo absolutamente personal, a no ser que seas guionista o periodista y entonces escribas en relación de dependencia. De otra forma, se trata de hacer lo que uno quiere y correr el riesgo: la escritura está, en todo caso, más cerca de la proposición que del consenso. Que después un escritor opine con mayor o menor sustento y gimnasia sobre algo es totalmente secundario. El escritor escribe, quizás publica y algunos hacemos además nuestros propios libros. Algo que, por cierto, tiene muchas razones y fundamentos, uno de las cuales es la preocupación de tipo material más llana que suelen exponer algunos de los escritores que sólo escriben textos y pretenden gremializar la escritura (la literatura, en realidad) en un mercado como el nuestro. Mi caso es bastante simple, entonces: escribo y traduzco, edito, imprimo, encuaderno y distribuyo libros, ya sea en ferias, pequeñas librerías independientes del país o bien por correo postal. No hay propaganda, no hay rosca de editores o agentes, no hay “disponible en todas las librerías” porque los libros no
son el fucking diario (y mucho menos, claro, los libros que se hacen a mano, uno por uno). Y hay taller. Taller como espacio de diversos oficios para construir el libro pero también de sociabilización de todo lo aprendido. Porque como decía Derrida (no estoy seguro de que haya sido él eh), no se trata de que hagan lo que yo hago sino de que lo hagan conmigo. Y ahí entonces quizás sí hay un “qué hacer” (y un quehacer, que no es ni una misión ni una función, y mucho menos un rol): me refiero a desglamourizar la escritura, y tallerear la construcción del libro y de la comunidad lectora.
6. Si no fueses escritor, ¿de qué otro modo fracasarías?
Supongo que con la carpintería, o filmando cosas (esto me interesa cada vez más), o haciendo música (esto me interesó siempre). Soy electricista, si no queda otra. Y llevo un par de años enseñándome el arte de la impresión tipográfica. Es imposible fracasar dibujando y pintando,
eso lo sé bien. Es interesante la idea de fracaso, desde ya, pero también lo es la del tiempo que podemos abstraer de la lógica del precio. Aprendo muchas cosas haciendo todo lo que hago, y eso tiene valor, en todo caso, y mucho.
7. Recomendanos un libro, una película, una canción, una bebida.
La soledad del lector de David Markson. También los enanos empezaron pequeños de Werner Herzog. “Caribou” de los Pixies. Cualquiera estará bien.
8. Si pudieses elegir un superpoder, ¿cuál sería y qué harías con él?
Teletransportarme al puente de Oliden. Lo usaría 3 o 4 veces al día.
9. ¿Recordás tu primera fascinación por la literatura? ¿Cuándo empezó tu necesidad o tu deseo de escribir? Queremos tu historia de origen.
Puede que haya sido cuando leí y releí y releí “El río de los dos corazones”. Pasó algo ahí. Estaba el surrealismo, también. Y la traducción como reescritura y apropiación, incluso violenta. Empecé a escribir a los 20 años y me llevó 3 escribir mi primera novela, 3 o 4 libros de poemas y poder reconocer un territorio que tenía, por fin, algo de propio. Es un momento de gran revelación ese reconocimiento, aunque tiene algo de aterrador también.
10. Si tuvieses que elegir uno, ¿cuál sería tu apocalipsis favorito?
El de The Happening de Shyamalan me parece irónicamente muy adecuado.
11. Estás muerto, pero te es permitido volver espectralmente a algún punto de tu vida y decirle algo a alguien: ¿a qué momento volvés y qué dirías a quién?
Vi a mi viejo durante unos minutos la mañana anterior al día en que me fui a hacer una residencia alucinante a Viña del Mar. Cuando volví estuve muy ocupado el resto de ese día y distraído todo el día siguiente. La madrugada siguiente mi viejo se internó y ya nunca recuperó la consciencia. Vuelvo a menudo a aquella mañana de marzo en que compartimos los últimos minutos. En cuanto a decirle algo, tiendo a pensar más bien que los muertos se entienden en silencio.
12. ¿Por qué escribís? ¿Para qué? ¿Para quién?
Porque es una forma de construirme personal y socialmente, y también de pensar. Escribir es una forma de pensar que me permite disfrutar materialmente del proceso, digamos, o de los procesos, en todo caso, ya sea construyendo un original, un prototipo o bien una pequeña serie o tirada de libros. Escribo para hacer libros y publicarlos, lo que además de mucho placer me da algún dinero muy modesto (lo que quiere decir, “tiempo”) para seguir escribiendo y, claro, disfrutando. Para “quiénes” se escribe es siempre un misterio (nunca un ministerio, y menos de “público”), aunque estoy seguro de que algunos de ellos forman parte de la pequeña comunidad en torno al proyecto editorial Barba de Abejas.
13. ¿Qué es un fantasma para vos? Si fueses a devenir en un monstruo, ¿cuál y por qué?
Un fantasma es una interferencia muy interesante. Y todos somos ya, de alguna forma, un monstruo, ¿no?
14. ¿Cómo te ves en diez años? y, si pudieras viajar diez años al pasado, y decirte una cosa a vos mismo, ¿qué te dirías?
Espero que escribiendo y haciendo libros, que es lo que vengo haciendo desde hace 20 años; aunque, como dije antes, es perfectamente posible que en algún momento me deje tentar por otras formas de la subsistencia y la aventura (también se trata de eso, ¿no?). Y si fuera yo una de esas interferencias y me visitara a mí mismo hace 10 años entonces resulta que estaría muy próximo a vivir dos grandes accidentes bastante interesantes y trascendentales. No me diría nada sobre el primero, pero sobre el segundo me diría esto: Ándale.
15. ¿Cuáles son tus escritores favoritos? ¿Cuáles son tus poetas?
(Una vez aceptada tal diferenciación:) Buena parte de mis escritores favoritos están entre los que ya traduje y voy a seguir traduciendo: William Burroughs, Henry David Thoreau (leer y seleccionar en inglés sus diarios es un proyecto que pensé que me llevaría 10 años; ahora tengo claro que voy a necesitar al menos otros 10), Herman Melville, Ralph Waldo Emerson, Virginia Woolf, Gertrude Stein, William Carlos Williams. Ahí mismo hay muchos poetas, claro, como Emily Dickinson, Ted Enslin, Cid Corman, D.H. Lawrence. Entre los que no traduje nombro a William Blake (aunque está en la lista) y a W.G. Sebald. En nuestra lengua, a Juan L. Ortiz, Arnaldo Calveyra y Mirta Rosenberg. Y más cercanos en el tiempo, a Mario Bellatín, Mike Wilson y Carlos Ríos. Es la punta del iceberg, de todos modos.
16. ¿Qué es la mentira para vos? ¿Es posible no ejercerla? ¿Es humana o es culpa del lenguaje? ¿Existe la mentira estética? ¿Toda mentira es vil?
En cierta forma es un malentendido al que se le atribuyen efectos o consecuencias mucho peores. No, no es posible no ejercerla en algún grado. Porque la mentira forma parte del diseño del propio lenguaje. Y todo lenguaje es, a “su” manera, una estética, además. Lo vil en todo
caso quizás sea negar por completo lo anterior (que es bien diferente a creer que es completamente cierto) y no darle siquiera la posibilidad de que sea, efectivamente, mentira.
17. Estás agonizando y la única persona que está cerca es tu editor: con tu último aliento, qué es lo último que le dirías? (Puede ser un reproche.)
En este momento pienso en los editores de mi próximo libro, China ya no los quiere. Les diría: Xièxiè yú.
18. Si a punta de pistola tuvieses que narrar tu historia sentimental, en tercera persona y en dos líneas, ¿qué dirías?
Era todo lo que quería.
Todavía está ahí.
19. Forma y contenido. ¿qué te es más arduo? ¿qué te interesa más y por qué?
(Una vez aceptada la división tajante:) Me interesa más la forma, especialmente porque de ella surgen siempre las vueltas de tuerca, los desvíos y hasta los espirales que hacen del contenido algo más que esa excusa que normalmente llamamos, por economía de lenguaje, “literatura”. Y me interesa preponderantemente la forma, además, porque es lo que me resulta más arduo, en el mejor sentido, y justamente por eso mucho más enriquecedor. No soy un contador de historias. Me interesa escribir. Y sobre todo escribir libros.
20. ¿Le encontraste algún sentido a las cosas? ¿Sabés por qué te levantás cada mañana? Contanos, ¿cómo hacés y por qué?
Son tantas las cosas… Bueno, pero supongo que sí, al menos a algunas y en algún sentido. Me levanto cada mañana porque tenemos 2 hijos que es un prodigio ver crecer, media docena de animales siempre ávidos de comer y un montón de proyectos que encarar (desde carpintería y traducción hasta jardinería, mecánica y encuadernación). Esto es como el renacimiento pero con antibióticos, brother. Además tengo la suerte de que mi trabajo no sólo no es alienante sino que, por el contrario, es muy placentero y me compra algo de tiempo para hacer otras cosas igual de importantes que también disfruto mucho. De hecho las ganas de iniciar el día en el taller editorial suele ser un despertador natural (no funciona siempre a la misma hora eh, pero aún así es bastante confiable). Por eso cuando alguien me habla de la autoexplotación de la edición artesanal me muero de la risa. Hablan de autoexplotación pero nunca cuestionan y aceptan la división incesante (e invisibilizadora) del trabajo editorial que muchas veces deviene en una serie de trabajos alienantes y mal pagos, o la hiperindustrialización de las multinacionales, que incluye (aunque yo creo que más bien se basa en) la sobreproducción idiótica y la destrucción de catálogos y de libros (entre otros “efectos colaterales” igualmente cuestionables).
21. ¿Recordás la última vez que viste o sentiste algo por primera vez?
En determinado momento sentí que el plano se inclinaba. Nunca más volví a sentir eso. Desde entonces convivo con algo que llamo la presencia enorme.
Dejanos una canción que ames para que los lectores lean tus respuestas escuchándola.
Primero esta y para terminar esta
Eric Schierloh (La Plata, 1981) es escritor, traductor y editor artesanal. Hace libros en Barba de Abejas. Vive en City Bell, provincia de Buenos Aires.