Cuestionario HDS 17 // Sebastián Grimberg

21 preguntas para el siglo 21

 

1.Si pudieses decirle una cosa a Borges, ¿qué le dirías?

Intenté recuperar a una ex copiando “Trofeo” en la hoja de cortesía de una edición lujosa de “Sobre héroes y tumbas”.

2. ¿Quién es para vos el número 2 de literatura argentina?

Leopoldo Marechal

3. Es la noche en que Romeo y Julieta planean escaparse juntos, ¿qué les dirías?

Just do it.

4. Te nombran presidente de los escritores del mundo, ¿cuál es tu primera medida?

Declinar el cargo. No me llevo bien con las obligaciones. La única vez que estuve a cargo de algo fue de una pizzería enfrente del Shopping Abasto. Me echaron a las tres semanas. Mis cálculos para el pedido de cerveza llevaron a que no hubiera dónde meter los cajones, ni dinero para pagarlos.

4. ¿Cuál pensás que es el rol del escritor en ésta época? ¿hay una misión, cumple una función? ¿cómo es tu caso?

No creo que el escritor tenga algún rol definido de antemano. Creo que, en todo caso, el escritor brinda una perspectiva de la realidad en la que vive, y esa perspectiva puede aportar puntos de vista a otros, permitirles cuestionarse o ampliar el campo de visión. En algunos casos sobresalientes, la mirada de un escritor sobre la realidad puede transformarla.
En una época no pensaba así, en una época se me había ocurrido que el escritor tenía el deber de denunciar las injusticias. Escribí algunos cuentos desde esa óptica, que resultaban casi panfletarios. Por suerte hubo alguien que me dijo que me dejara de joder con eso y, simplemente, escribiera.

5. Si no fueses escritor, ¿de qué otro modo fracasarías?

Cantando tangos en algún bodegón o club de barrio. Espero hacerlo en algún momento.

6. Recomendanos un libro, una película, una canción, una bebida.

“El sol mueve la sombra de las cosas quietas”, de Alejandra Kamiya; Thirst (Park Chan – Wook); “Esperando el 24” (Sciammarella Tango); café con crema.

7. Si pudieses elegir un superpoder, ¿cuál sería y qué harías con él?

Dividirme en tantos yoes como quisiera, para no tener que elegir entre las posibilidades que se me presentan (le sumaría poder viajar en el tiempo).

8. ¿Recordás tu primera fascinación por la literatura? ¿Cuándo empezó tu necesidad o tu deseo de escribir? Queremos tu historia de origen.

Era bastante solitario de chico, y entre los recuerdos más nítidos de los primeros años, hay muchas imágenes de enciclopedias infantiles y libros ilustrados. Si pienso en “fascinación”, me viene a la cabeza alguna escena entre los cinco y siete años, en la feria del libro que se organizaba en el Predio Municipal de Exposiciones, al lado de la Facultad de Derecho. Camino junto a mi vieja apretando un libro bajo el brazo, va a sonar naif, pero para mí en ese lugar había algo mágico. Empecé grabando historias en casetes (porque lo hacía una amiga de mi prima que me gustaba). Esas historias eran plagios berretas de películas de terror clase B, que después intenté transformar en historietas. La primera tentativa de cuento fue un plagio, también, esta vez de “La noche boca arriba”, que entonces no sabía que era de Cortázar. La escritura como “necesidad” creo que se dio paulatinamente, vino a relevar fobias y obsesiones, por suerte.

9. Si tuvieses que elegir uno, ¿cuál sería tu apocalipsis favorito?

El de “La posibilidad de una isla” de Houellebecq. De alguna manera tiene que ver con mi elección de superpoder; un clon, de un clon, de un clon, que continúa una “historia de vida”. No llega a ser inmortalidad o lo es de una manera bastante pobretona, porque no se mantiene una única conciencia. Un poco como pienso la inmortalidad a través de la reencarnación: ¿qué alivio me puede traer saber que voy a reencarnar si no va a perdurar mi conciencia actual?

10. Estás muerto, pero te es permitido volver espectralmente a algún punto de tu vida y decirle algo a alguien: ¿a qué momento volvés y qué dirías a quién?

A una tarde en el hipódromo de San Isidro, con mi hermano. Le diría que la pasemos lo mejor que podamos, que gastemos todo el dinero en apuestas, que nos tomemos un par de cervezas, porque es el último día que vamos a vernos.

11. ¿Por qué escribís? ¿Para qué? ¿Para quién?

Porque no sabría qué hacer si no lo hago. Para sentirme bien, para evitar la angustia, para vivir algunas de esas vidas que me gustaría vivir, para volver a lugares a los cuales no podría volver de otra manera. Escribo para mí y, por supuesto, para los demás, aunque los demás en un momento estén encarnados en el “otro generalizado”.

12. ¿Qué es un fantasma para vos? Si fueses a devenir en un monstruo, ¿cuál y por qué?

Si, como en la mayoría de las historias, los fantasmas nos persiguen y acechan, entonces bien podrían ser memorias de lugares y personas perdidas, o de culpas por actos realizados. La única manera de exorcizarlos, en esos casos, sería el alzheimer o las benzodiacepinas, que a largo plazo afectan a la memoria.
Aunque le tengo un poco de fobia a la sangre, me gustaría devenir vampiro. Podría volar, sería seductor y, sobre todo, inmortal.

13. ¿Cómo te ves en diez años? y, si pudieras viajar diez años al pasado, y decirte una cosa a vos mismo, ¿qué te dirías?

Mi capacidad de proyección es casi nula, con mucho esfuerzo puedo imaginarme el año próximo. Si pudiera viajar diez años en el pasado, lo que me revelaría a mí mismo es el secreto para viajar diez años atrás. Con veinte, creo, tal vez podría modificar dos o tres cosas que determinaron mi presente.

14. ¿Cuáles son tus escritores favoritos? ¿Cuáles son tus poetas?

De acá: Leopoldo Marechal, Enrique Wernicke, Saer, Onetti y Martín Kohan; de afuera: Faulkner, Hemingway, Chandler, Simenon, Jourcenar, Joyce, Nabokov, Dostoievsky, Chejov y Tolstoi.

Poetas: Pushkin, Baudelaire, Rilke, Pizarnik, Juan L. Ortíz, Girondo, Tavares, Schierloh.

15. ¿Qué es la mentira para vos? ¿Es posible no ejercerla? ¿Es humana o es culpa del lenguaje? ¿Existe la mentira estética? ¿Toda mentira es vil?

La mentira es la enunciación de una realidad posible que no se está materializando o que lo está haciendo en otro plano. Si yo le digo a un editor que sólo le estoy haciendo ajustes a un texto que, “en realidad”, aún no escribí, estoy planteando una posibilidad que todavía no se dio pero que es muy posible que se dé, en un futuro o, de última, en otra vida.
Todo lo humano es culpa del lenguaje. Las ficciones son formas de la mentira, por lo tanto, existe la mentira estética y no es vil si la ficción es buena.

16. Estás agonizando y la única persona que está cerca es tu editor: con tu último aliento, qué es lo último que le dirías. (Puede ser un reproche.)

Que invente una historia trágica sobre mi muerte, a ver si así puede vender mis libros.

17. Si a punta de pistola tuvieses que narrar tu historia sentimental, en tercera persona y en dos líneas, ¿qué dirías?

Se empeñó, quizá por cobardía, en enamorarse de personas inalcanzables, al menos para él.

18. Forma y contenido. ¿Qué te es más arduo? ¿Qué te interesa más y por qué?

Hoy no pienso forma y contenido de manera separada, creo que se retroalimentan. Al principio no era así, trataba de pensar la mejor manera para escribir algo antes de empezar a hacerlo. Hoy arranco tanteando y, a medida que avanza el contenido, la forma decanta.
Como lector, espero un equilibrio. Aunque, en última instancia, me interesa más el contenido: una buena forma puede realzarlo, pero no lo suple cuando viene flojo.

19. ¿Le encontraste algún sentido a las cosas? ¿Sabés por qué te levantás cada mañana? Contanos, ¿cómo hacés y por qué?

Me doy cuenta de que le doy sentido a algunas cosas justo cuando lo pierdo. Algo que me suele pasar cada vez que me desvelo. Después de una hora determinada me parece que nada tiene sentido, que las cosas por las que me amargo a lo largo del día, a las que destino mi energía, son estupideces, incluso escribir. A esta altura, por suerte, tengo la experiencia de que, al despertarme al día siguiente, se me pasa. Esa “certeza”, me tranquiliza un poco y me permite dormir.

20. ¿Recordás la última vez que viste o sentiste algo por primera vez?

Hace semanas vi a una mujer arrullar a su bebé muerto.

 

Dejanos una canción que ames para que los lectores lean tus respuestas escuchándola.

El bolero de Ravel.

Sebastian Grimberg, Buenos Aires, 1977. Su primer libro es Cada siete segundos (2014, Editorial Conejos). El segundo, La mirada del asesino (2015, Editorial Cfi), fue Premio en Letras de la Bienal Federal 2013 del Consejo Federal de Inversiones. Recibió premios y menciones, en certámenes como el V Concurso Internacional de Relatos Crepúsculo 2010, Premio el Escriba 2011, Premio Ciudad de Buenos Aires 2011, Premio Municipal Manuel Mujica Láinez 2011, Premio de Cuento Planeta Digital 2012. Sus cuentos figuran en antologías, revistas literarias y diarios como Axxon, Crepúsculo, Ficcionario, Próxima, La Balandra y Página12. En 2017 recibió una Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes, para escribir una novela, y en 2019 su libro de cuentos inédito, “Como un ancla”, obtuvo una primera mención en el Premio Fundación El Libro 2018/19.

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