Cuestionario HDS 18 // Francisco Cascallares

Francisco Cascallares

1. Si pudieses decirle una cosa a Borges, ¿qué le dirías?

Gracias.

2. ¿Quién es para vos el número 2 de literatura argentina?

No sé, ¿estamos hablando de Fórmula 1? ¿Borges? La parte más emocionante de cualquier carrera se corre casi siempre entre los puestos 2 y 10, y el orden de llegada cambia cada vez que corren.

3. Es la noche en que Romeo y Julieta planean escaparse juntos, ¿qué les dirías?

Que si ven ocurrir un par de coincidencias raras a su alrededor, están en un relato, y si están en un relato entonces están en medio de una trampa.

4. Te nombran presidente de los escritores del mundo, ¿cuál es tu primera medida?

Abdicar espantado y unirme inmediatamente a la resistencia.

5. ¿Cuál pensás que es el rol del escritor en ésta época? ¿hay una misión, cumple una función? ¿cómo es tu caso?

Me parece que el escritor como intelectual comprometido, como voz de una sociedad progresista, es (en parte) extrañar lo mejor de una época perdida, es vivir en modo Medianoche en París. En parte. Ese era un mundo diferente al nuestro. Yo vivo con la sensación de que en algún momento temprano del siglo 21 fuimos finalmente tragados por el sistema y ya no hay un afuera, y el oficio que tengas da más o menos lo mismo. La máquina se interesa especialmente por mirarte, por tus acciones íntimas y triviales, ver cada click que hacés y computarlo y H Nad Rivero (@nyx.libros)digerir cosas sobre vos para ampliarse y engordar. Entonces nada de lo que hacés es trivial, ni íntimo, sino alimenticio. El celular, la pantalla, pedir unas empanadas a domicilio, o incluso responder este cuestionario o intervenir en la cultura son maneras en las que hacemos crecer algún apéndice del monstruo. Cada acción nuestra lo alimenta, incluso tipear esta respuesta; aunque no sepamos bien qué parte estamos alimentando exactamente, sí podemos ser concientes de que estamos cumpliendo con una función dentro de una maquinaria inabarcable y no por fuera de ella. Creo que todavía no sabemos, pero que algo mejor vamos a encontrar, o a inventar, o que algo hacemos ya sin darnos cuenta. Pero a la vez no sabría cómo responder a tu pregunta. Todavía. El tiempo va a dar más perspectiva.

6. Si no fueses escritor, ¿de qué otro modo fracasarías?

Fracasaría como mejor pudiera como músico. Me gustaría trabajar fuerte en ese otro fracaso.

7. Recomendanos un libro, una película, una canción, una bebida.

En ese orden, lo primero que me viene a la cabeza es: Los detectives salvajes, The Wall, “When the Tigers Broke Free” (la que quedó afuera del álbum The Wall), IPA. Pero salvo por la IPA, mañana seguro listaría otras. También, sugeriría otras cosas, como un videojuego (Stanley’s Parable).

8. Si pudieses elegir un superpoder, ¿cuál sería y qué harías con él?

De chico me decía que el único deseo que realmente habría que pedir sería tener deseos infinitos. Qué piola. Pero si fuera solo uno, y alguno en el que haya pensado seguido, sería poder moverme hacia atrás y adelante en mi vida y revivir o reescribir momentos de mi pasado y de mi futuro, probar otras cosas, quedarme con las mejores, editar mucho, experimentar todo: esa clase de eternidad. También, sería más divertido si nos pasara a todos.

9. ¿Recordás tu primera fascinación por la literatura? ¿Cuándo empezó tu necesidad o tu deseo de escribir? Queremos tu historia de origen.

Aprendí a leer a los 3 o 4 años, en casa: libros ilustrados de ciencia, de cómo son las cosas, de cómo funcionan, pero me gusta pensar que hubo un momento particular que me transformó en lector. La primera y única estafa que organicé en mi vida fue en los primeros días de primer grado. En uno de los primeros recreos del año, andaba medio perdido por el colegio hasta que me topé con una misteriosa fila de alumnos. Estaban esperando a que los atendieran en una especie de garita de vidrio, que estaba llena de útiles escolares. Vi que pedían lápices de colores, reglas, gomas, hojas, y se los daban sin cobrarles; solo firmaban un papelito. Y descubrí en un estante una pequeña colección verde de libros de PH Nad Rivero (@nyx.libros)exploración –me habían enseñado a leer en casa, antes de la primaria, ya me pasaba el día leyendo–, así que me puse en la fila. Iba a ver qué pasaba si me hacía el distraído y en vez de pedir algo justificable (papel glacé) me podía salir con la mía pidiendo algo que importara (libritos). Me acuerdo de estar muy nervioso de que alguien pudiera descubrirme o, peor, pedir alguno de los libros antes que yo, porque solo había un ejemplar de cada uno. Eso, por supuesto, no pasó. Me sorprendió que me dieran el que había relojeado, que me sonrieran, que me hicieran firmar y listo. En casa tampoco me dijeron nada (evidentemente se sumaba a la factura del colegio). Me pasé los siguientes días leyendo el libro una y otra vez. Decidí pedir el resto de a uno, dejando pasar una semana y pico entre medio para no levantar sospechas, y luego ampliar a otras colecciones de la misma editorial. Fue un plan brillante. Desde entonces, siempre llevé un libro encima, y leía hasta en los recreos, hasta que los libros se desarmaban.
A principios de los ochenta, cuando tenía 7 u 8 años, llegó a mi casa el primer Elige tu propia aventura. Crecía en una zona bastante alejada, semirural, de quintas, un mundo de bicis y de Los Goonies, casi sin vecinos, y pasaba bastante tiempo solo, así que leía y jugaba mucho por mi cuenta. Era vivir en un estado de imaginación, de pelear contra el mostro del aburrimiento y la falta de sentido, supongo. “Ir a la isla”, lo llamaba. Así empecé a escribir, sin darme cuenta, y hasta los 12 años escribí unos 40 novelas estilo Elige tu Propia Aventura (numeraba cada una, por eso me acuerdo de cuántas eran). No tenía pretensiones, lo hacía sin ningún peso, sin exigencia. Una vez que entendí más o menos cómo funcionaba, tenía un procedimiento estandar para preparar un cuaderno (hallado por ahí la mayoría de las veces) y prepararlo para escribirle un libro de este tipo. Se me volvió una manera más de jugar, y de leer libros que en realidad no existían, libros que nadie había escrito y que a mí me interesaban. Así, me pasé la infancia escribiendo y leyendo. Cuando me encontré a los 12 con Crónicas marcianas y con “La noche boca arriba”, fue como ver un paisaje completamente nuevo, entrar en algo que me empezó a interesar más que Elige tu Propia Aventura, y seguí por ese camino.
Hay una última historia de origen, a los 19, cuando empecé a escribir cuentos de terror, pero esa me la guardo para mí. Tal vez siempre estamos empezando de nuevo.

10. Si tuvieses que elegir uno, ¿cuál sería tu apocalipsis favorito?

La población mundial y los países van desapareciendo, pero curiosamente ninguna de las personas que conozco es afectada. Pienso que es suerte, pero un día camino frente a una casa en la que pasé mucho tiempo hace décadas y está como la recuerdo, y adentro están mis abuelos, por ejemplo, que no llegan todavía a los 50, y entro a visitarlos. Empiezan a reaparecer otras personas y lugares del pasado que quise y que habían dejado de existir: en el mundo solo queda la gente que conocí y entiendo que para cada persona es igual que para mí, que yo existo a la vez en algunos de esos mundos y vos en algunos, y nadie en todos. Queda todo lo que conocí o quise o podría haber conocido a lo largo de mi vida, un mundo que está cargado de sentido íntimo en cada detalle y también de sorpresas. El apocalipsis sería un paraíso.

11. Estás muerto, pero te es permitido volver espectralmente a algún punto de tu vida y decirle algo a alguien: ¿a qué momento volvés y qué dirías a quién?

A un amigo, hace muchos años, le diría que esa misma noche no saliéramos a bailar. Como decís que volví “espectralmente”, sé que un fantasma lo habría convencido.

12. ¿Por qué escribís? ¿Para qué? ¿Para quién?

Cuando escribo, siempre me imagino entrando en una isla. Esa es la imagen exacta: una isla imaginaria, apartada. Hasta tiene una montaña. Desde chico necesito ir a la isla con frecuencia, hay una felicidad ahí, un alivio, un entusiasmo, algo le pasa a mi imaginación. Sin esa isla, todavía hoy me seco. Así que supongo que escribo para volver allá. En la isla no hay espejos, no me puedo ver la cara, pero cuando al tacto siento que ya parezco un náufrago, regreso al mundo.

13. ¿Qué es un fantasma para vos? Si fueses a devenir en un monstruo, ¿cuál y por qué?

Para mí son reales, el mundo está lleno de fantasmas. Los errantes, los perdidos, los que no se mueven hacia ningún lugar porque van en círculos, los que se quedaron deseando algo. La mayoría de la gente con PH Wenceslao Cascallares (@doblevece)la que te cruzás en la calle no es real, tampoco, o está en camino de dejar de serlo: se te aparece para rellenar la realidad, ni vivos ni muertos: fantasmas. Ni hablar de las cosas fantasma. Muy pocas cosas son simple y concretamente lo que son: el mundo está lleno de sombras abstractas, de cosas que nos persiguen. Cada objeto que se cruzó por nuestra vida contiene el fantasma de algo. El fantasma es eso que queda atrapado ahí, o liberado acá en la cabeza. Todos conocimos a algún fantasma, y tal vez la mayoría de nosotros lo seamos.

14. ¿Cómo te ves en diez años? y, si pudieras viajar diez años al pasado, y decirte una cosa a vos mismo, ¿qué te dirías?

Hace 10 años no me hubiera imaginado como soy ahora, así que en 10 años prefiero sobre todo llevarme alguna sorpresa. Voy a encontrarme vivo, espero, y contento, acompañado. Sería lindo que todavía escribiera, saber cuáles libros logré completar de los que me planteo hoy. Y cuando viaje al pasado, me voy a autodejar un mensaje que me haga llegar mejor a esta edad: dejar de fumar, hacer un poco de ejercicio, ser más feliz, saber mejor quién soy, no hacerme tanto problema por algunas cosas y hacerme un poco más de problema por otras, cosas así: un ultimátum bien dramático y terminante, para asegurarme de que me habré dado bola.

15. ¿Cuáles son tus escritores favoritos? ¿Cuáles son tus poetas?

Nunca pude creer en favoritos, es creer en una lista rígida, casi inmutable, cuando todo cambia en cada momento. Que los hay, los hay, pero cuando pienso en esas listas memorizadas, siempre suenan incompletas, incluso un poco “preparadas”. Y de lo que me entusiasma leer ahora mismo, la novedad, ¿cuánto resulta una emoción pasajera, cuánto va a quedar? Así que todo lo que sea ranking me cuesta mucho. ¿Supongo que la pregunta va hacia qué incluye mi imaginario? En vez de una respuesta ordenada, necesita ser caótica, una ensalada del día. Tampoco sé si todo un autor favorito me interesa, muchas veces es algún libro o unos pocos de cada uno. Pero: David Foster Wallace y Roberto Bolaño (y todo lo que se les parezca) me hacen andar el corazón a mil desde que abro alguno de sus libros, aunque no siempre los termine. Melville y (de Conrad) Corazón de tinieblas siempre estuvieron ahí. PH Alejandro MeterRomeo y Julieta, o en una de esas un cierto momento en el que miré a Shakespeare de otra manera. Los cuentos de Lorrie Moore y Amy Hempel me gustan mucho más que los de Carver y me cuesta a veces distinguirlos de la poesía. En algún momento pensaba en Faulkner vs Hemingway, en que ahí estaba todo, pero ya no. Decir Cortázar, Borges, en esta lista, sería inevitable, pero Walsh, Onetti, los artículos de Piglia lo serían de otra manera. Me gustó mucho Fernández Mallo en una época. Ningún autor específico, pero una idea de la ciencia ficción, también. Dick y Kafka son como las dos caras opuestas de algo que me fascina. Es decir, me doy cuenta de que todo eso me influyó de alguna manera y casi todo eso me atrae todavía. Incluiría ciertos cómics, videojuegos, películas, hasta algunos discos, porque no trazo una línea muy clara entre las cosas. También depende del clima del día, de mi estado de ánimo, de qué tengo ganas hoy, de la época de mi vida, de quién me pregunte.

16. ¿Qué es la mentira para vos? ¿Es posible no ejercerla? ¿Es humana o es culpa del lenguaje? ¿Existe la mentira estética? ¿Toda mentira es vil?

Todos sabemos qué son los dragones en cuanto los nombramos, aunque nunca hayamos visto uno. No existe la mentira, o bien pensarlo como “mentira y punto” no es lo suficientemente interesante. Lo que sí existe, o al menos me resulta mucho más interesante pensar, es la manipulación de la imaginación propia o de los otros, que puede ser más o menos (o cero) efectiva. Hace que creamos o no que algunas cosas son ciertas, incluso cosas imposibles. En cuanto las creemos, existen, aunque duren lo mismo que un fósforo prendido. A la pregunta la tomo como una pregunta literaria más que moral, y si la manipulación de los demás empieza en la política de las sociedades más primitivas, la literatura aprovecha, manipula, ese principio a la enésima desde siempre para fabricar otra realidad: una realidad hipnótica, intensa y medio mágica: así inventa la estética (una dimensión extra-política). Un huracán no es vil ni bondadoso por sí mismo; el agua puede arrasar o crear; con un destornillador, uno puede matar algo o arreglar algo. Pero cómo lo contamos le da el sesgo. La manipulación es solo un instrumento. En general, me parece que nada escrito es vil en sí mismo; lo que puede resultar vil es la manera en la que algunos grupos leen y aplican eso al mundo (ejemplo doble: la Biblia).

17. Estás agonizando y la única persona que está cerca es tu editor: con tu último aliento, qué es lo último que le dirías. (puede ser un reproche)

Pero, che.

18. Si a punta de pistola tuvieses que narrar tu historia sentimental, en tercera persona y en dos líneas, ¿qué dirías?

Amó fuerte y tuvo muchísima suerte. Tal vez aprendió algo.

19. Forma y contenido. ¿qué te es más arduo? ¿qué te interesa más y por qué?

Son un equipo, no juegan un partido interesante si no juegan juntos. Así que no los pienso por separado: la relación entre ellos es el punto, no cada uno por separado. Como la tensión que se arma entre dos imanes enfrentados: una fuerza invisible pero táctil, un equilibrio frágil. Inventar esa relación es lo arduo, pero también lo más interesante de escribir, uno de los sentidos más grandes que le encuentro: tratar que no se desentiendan, que se muevan con la gracia de un único organismo.

20. ¿Le encontraste algún sentido a las cosas? ¿Sabés por qué te levantás cada mañana? Contanos, ¿cómo hacés y por qué?

Va y viene, en épocas; se me reescribe, y nunca es completo. Como los ránkings. Por qué uno se levanta por la mañana (si es que uno todavía se levanta por la mañana), qué sentido tiene. Por momentos, puede parecer el Día de la Marmota pero sin los cambios mínimos que hacen avanzar la trama hacia alguna expectativa interesante. Y entonces, hoy quizás no sea que haya un sentido, sino que conviene fabricar un sentido, para que lo que hay parezca avanzar en alguna dirección, hacia alguna expectativa. Un sentido que dure al menos por ese día, en los peores días. El sentido no es una respuesta absoluta, completa, sino una dirección aproximada: “Es más o menos por allá que estaría bueno ir y ver qué onda”. Le encuentro mucho sentido a amar, a acompañar, a sentirme acompañado, a escribir, a hacer que hago música, a llevar el tipo de vida que elegí llevar (con todos los desaciertos y las incomodidades que tiene), a estar ahí para otros, a dar talleres. Y le encuentro un poco de sentido (a veces) a volverme algo más viejo todos los días, a los cambios del cuerpo, al fin de la juventud, a la impermanencia, a toda la incertidumbre que existe. Y nada de sentido a otras cosas.

21. ¿Recordás la última vez que viste o sentiste algo por primera vez?

Hace unos meses, salí a caminar en un mundo raro y nuevo, completamente vaciado y callado por primera vez, y me senté un minuto en el medio de la avenida Álvarez Thomas con las piernas cruzadas pensando que ya nada iba a ser igual a lo que había conocido hasta ahora.

Dejanos una canción que ames para que los lectores lean tus respuestas escuchándola.

Algo me pasa cada vez que escucho “Pictures of You”, de The Cure. Hay algo ahí que no simplemente me conmueve, sino que se pone a conversar conmigo como en un lenguaje extranjero. Como escribió Yamila Bêgné, una canción “dice cosas antes de que las entendamos por completo. Dice otras que, quizás, nunca terminaremos de entender”. Trato de no escucharla demasiado seguido para no arruinármela –nada peor que gastar una gran canción– pero siempre termino volviendo.

 

Francisco Cascallares (Buenos Aires, 1974) estudió Literatura en Columbia University y obtuvo una maestría de Escritura Creativa por UNTREF. Dicta talleres de escritura narrativa (tallerlit.com), fue el editor de Notanpuan, cada vez que puede es diseñador de juegos, y es autor de los libros de cuentos Cómo escribir sin obstáculos (Pánico el pánico, 2013), Principio de fuga (Notanpuan, 2016) y Un mundo exacto (Marciana, 2018). Actualmente, está terminando su próximo libro, Corazón y fin del mundo, que obtuvo menciones en el Fondo Nacional de las Artes (2016), en Itaú Digital (2016) y en el Premio Mujica Láinez (2015).

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