un perro perdido que olfatea el piso para volver a su casa. Recuerdo que hubo un verano en el que no hice más que estar adentro del mar. Mis hermanos y yo un cúmulo de arena a punto de desintegrase en el agua. Todo era ocre o verde o azul. El espacio olía a protector solar y churros. Yo era chica. Tendría ocho años, o veintinueve o cincuenta y tres. El perro llega a la casa en la que creció y se vuelve a perder. Cada vez. El tiempo es un nudo hecho por las manos de una nena que tiene una memoria arcaica. Una ola nos da vuelta. Ya no veo a nadie. Estoy debajo de la tierra. Ahora estoy flotando boca arriba. El sol en la cara, el sol en todos lados. El mar me arrastra y yo no soy un pez todavía. Era chica. Tendría cinco años, o cuarenta y siete u ochenta. El tiempo es una ficción que se cuentan los hombres.
Esto podría tratarse de la sensación que me dejó en el cuerpo Pienso en el Final, la última película de Charlie Kaufman. No hay otra cosa en esta película más que lo desgarrador del tiempo. Puertas que se abren y entonces sos un niño que es un adulto que es un viejo. Todas las estaciones pueden transcurrir juntas en poco más de dos horas. Un año, treinta, cien años. Y sos un científico o un pintor, una mesera, un crítico cinematográfico. Sos una gerontóloga. Sos todo el material que arrancaste con los ojos algún día, de algún lado. Comés fruta o verdura pisada cuando todavía sos algo preverbal. Comés fruta o verdura pisada cuando ya no recordás lo que son las palabras.
El tiempo es la maraña de todos los fragmentos recortados de algún campo lleno de yuyos y que se actualizan de acuerdo al presente. Es un nudo el tiempo. Un nudo. Una medida que no existiría si no fuese por el hecho de que todos nosotros nos estamos descomponiendo.
Alejandra Santoro es Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA). Trabajó como periodista freelance en diversas revistas literarias y culturales y como periodista fija y coordinadora de producción de la revista cultural El Gran Otro. Su sueño era ser examinadora de toboganes de agua, pero se dedicó a la escritura.